Psicología, UNMSM Facultad de Psicología Universidad Nacional Mayor de San Marcos |
F43.1 TRASTORNO DE ESTRÉS POST TRAUMÁTICO
El estrés es
definido como “los procesos fisiológicos y psicológicos que se desarrollan
cuando existe un exceso percibido de demandas ambientales sobre las capacidades
percibidas del sujeto para poder satisfacerlas; y cuando el fracaso en lograrla
tiene consecuencias importantes
percibidas por el sujeto. Este concepto refleja la interacción entre 3
factores:
·
El entorno
·
La manera como la persona percibe el entorno (función de la
personalidad, experiencias previas, etc.)
·
La percepción de los propios recursos de la persona para
enfrentar las demandas del entorno
Hans Selye en
la década del 30 del siglo pasado presenta su modelo que involucra tres tipos
de respuestas:
·
Alarma: El cuerpo está a la defensiva
·
Resistencia: Si continúa el estrés, el cuerpo puede sobre
activarse.
·
Agotamiento: En estrés prolongado, la persona se debilita y
se vuelve vulnerable.
De acuerdo al CIE 10, el Trastorno de Estrés Post
Traumático surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento
estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente
amenazante o catastrófica, que causarían por sí mismos malestar generalizado en
casi todo el mundo (por ejemplo, catástrofes naturales o producidas por el
hombre, combates, accidentes graves, el ser testigo de la muerte violenta de
alguien, el ser víctima de tortura, terrorismo, de una violación o de otro
crimen).
Ciertos rasgos
de personalidad (por ejemplo, compulsivos o asténicos) o antecedentes de enfermedad
neurótica, si están presentes, pueden ser factores predisponentes y hacer que
descienda el umbral para la aparición del síndrome o para agravar su curso,
pero estos factores no son necesarios ni suficientes para explicar la aparición
del mismo.
Las
características típicas del trastorno de estrés post traumático son: episodios
reiterados de volver a vivenciar el trauma en forma de reminiscencias o sueños
que tienen lugar sobre un fondo persistente de una sensación de
"entumecimiento" y embotamiento emocional, de despego de los demás,
de falta de capacidad de respuesta al medio, de anhedonia y de evitación de
actividades y situaciones evocadoras del trauma. Suelen temerse, e incluso
evitarse, las situaciones que recuerdan o sugieren el trauma. En raras
ocasiones pueden presentarse estallidos dramáticos y agudos de miedo, pánico o
agresividad, desencadenados por estímulos que evocan un repentino recuerdo, una
actualización del trauma o de la reacción original frente a él o ambos a la
vez.
Por lo general,
hay un estado de hiperactividad vegetativa con hipervigilancia, un incremento
de la reacción de sobresalto e insomnio. Los síntomas se acompañan de ansiedad
y de depresión y no son raras las ideaciones suicidas. El consumo excesivo de
sustancias psicotrópicas o alcohol puede ser un factor agravante.
El comienzo
sigue al trauma con un período de latencia cuya duración varía desde unas pocas
semanas hasta meses (pero rara vez supera los seis meses). El curso es
fluctuante, pero se puede esperar la recuperación en la mayoría de los casos.
En una pequeña proporción de los enfermos, el trastorno puede tener durante
muchos años un curso crónico y evolución hacia una transformación persistente
de la personalidad (F62.0, Transformación persistente de la personalidad tras
experiencia catastrófica). En este caso, el diagnóstico esencialmente se basa
en la presencia de rasgos previamente ausentes como, por ejemplo:
a. Actitud permanente de desconfianza u
hostilidad hacia el mundo.
b. Aislamiento social.
c. Sentimientos de vacío o
desesperanza.
d. Sentimiento permanente de
"estar al límite", como si se estuviera constantemente
amenazado.
e. Vivencia de extrañeza de sí mismo.
Esta
transformación de la personalidad debe haber estado presente por lo menos
durante dos años y no debe poder ser atribuida a un trastorno de la
personalidad preexistente o a un trastorno mental distinto del trastorno de
estrés post traumático (F43.1).
Pautas para el diagnóstico del Trastorno de Estrés Post
Traumático
Según el CIE 10:
- Debe
aparecer dentro de los seis meses posteriores a un hecho traumático de
excepcional intensidad. Un diagnostico "probable" podría aún ser
posible si el lapso entre el hecho y el comienzo de los síntomas es mayor de
seis meses, con tal de que las manifestaciones clínicas sean típicas y no sea
verosímil ningún otro diagnóstico alternativo (por ejemplo, trastorno de
ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo o episodio depresivo).
- Además del
trauma, deben estar presentes evocaciones o representaciones del acontecimiento
en forma de recuerdos o imágenes durante la vigilia o de ensueños reiterados.
También suelen estar presentes, pero no son esenciales para el diagnóstico,
desapego emocional claro, con embotamiento afectivo y la evitación de estímulos
que podrían reavivar el recuerdo del trauma.
- Los síntomas
vegetativos, los trastornos del estado de ánimo y el comportamiento anormal
contribuyen también al diagnóstico, pero no son de importancia capital para el
mismo.
Incluye:
Neurosis traumática.
Según el DSM IV:
A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento
traumático en el que han existido 1 y 2:
1. la persona ha
experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos
caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los
demás
2. la persona ha
respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: En los
niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o
agitados
B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente
a través de una (o más) de las siguientes formas:
1. recuerdos del
acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se
incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los niños pequeños
esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos
característicos del trauma
2. sueños de
carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota: En
los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible
3. el individuo
actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo
(se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones,
alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen
al despertarse o al intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden reescenificar
el acontecimiento traumático específico
4. malestar
psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan
o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
5. respuestas
fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o
recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y
embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma),
tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
1. esfuerzos
para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso
traumático
2. esfuerzos
para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma
3. incapacidad
para recordar un aspecto importante del trauma
4. reducción
acusada del interés o la participación en actividades significativas
5. sensación de desapego o
enajenación frente a los demás
6. restricción
de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de amor)
7. sensación de
un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una
familia o, en definitiva, llevar una vida normal)
D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal)
(ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes
síntomas:
1. dificultades
para conciliar o mantener el sueño
2. irritabilidad
o ataques de ira
3. dificultades
para concentrarse
4.
hipervigilancia
5. respuestas
exageradas de sobresalto
E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se
prolongan más de 1 mes.
F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo
o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del
individuo.
El DSM-IV
especifica que es agudo si los síntomas duran menos de 3 meses y es crónico si
los síntomas duran 3 meses o más.
Tratamiento psicoterapéutico para el Trastorno de Estrés
Post Traumático
Con respecto
al tratamiento psicológico, existen muchas técnicas, procedimientos y abordajes
psicoterapéuticos
Pautas:
El abordaje se rige por las siguientes
normas:
·
INMEDIATEZ: debe actuarse lo más precozmente posible.
·
PROXIMIDAD: cerca del lugar o en el mismo lugar en que
ocurrió el evento traumático.
·
EXPECTATIVA: asegurar al paciente que la vida continuará y
podrán desarrollarse los proyectos que el paciente tenía.
·
SENCILLEZ: al comienzo se realizarán técnicas de sostén y
descarga emocional.
Un modelo utilizado es el Trifásico de
Judith Herman, que involucra las siguientes etapas:
·
RESTABLECIMIENTO DE LA SEGURIDAD: está
orientada a que el paciente no sólo esté, sino también se sienta a salvo. En
esta etapa el paciente debe volver a tener control interno y externo, es decir,
garantizar su seguridad, tanto como aprender a manejar los síntomas que
interfieren en su vida y conllevan el riesgo de retraumatización.
·
REMEMORACIÓN Y DUELO: el tratamiento se orienta a que
el paciente pueda reconstruir la historia traumática. A causa de su naturaleza,
las memorias traumáticas rara vez se presentan linealmente. Los fragmentos, a
veces incoherentes, las sensaciones físicas y emocionales, deben transformarse
en una narración permitiendo de esta manera la integración bajo la forma de la
Memoria Explícita o Narrativa.
·
RECONEXIÓN: apunta a reconectar al paciente con la
vida, con el presente y el futuro, redefiniéndose a sí mismo en el contexto de
relaciones y actividades significativas.
Abordaje
del Trastorno de Estrés Post Traumático en el Perú
Aunque tras el
incendio en Mesa Redonda, algunos medios de comunicación comenzaron a abordar
el tema del Trastorno de Estrés Post Traumático, es una antigua preocupación de
los psicólogos ante los desastres y la violencia existente en nuestra sociedad.
En los años
ochenta, la violencia terrorista y la respuesta estatal también violenta
también originaron Trastorno de Estrés Post Traumático en las víctimas, siendo
los niños la población más afectada. Se estima que veinticinco mil niños
quedaron huérfanos de madre; doscientos veintiunmil niños desaparecieron y mil
doscientos niños murieron a causa de la guerra. Más de seiscientas mil familias
se vieron obligadas a migrar del campo a la ciudad constituyendo esta odisea
uno de los aspectos más traumáticos para los niños quienes lo perdieron todo:
su tierra, pertenencias, idioma, costumbres, etc.
Por eso, una
de las misiones del gubernamental Programa de Apoyo al Repoblamiento y
Desarrollo de Zonas de Emergencia PAR, fue promover la rehabilitación y
desarrollo de la familia, el niño y el adolescente afectados por estrés post
traumático potenciando sus capacidades socio-culturales y afectivo emocionales.
Karina Otoya
presenta en Internet los resultados de una intervención terapéutica en niños
con trastorno estrés post traumático. El estudio se realizó con un grupo de 31
niños que migraron de zonas de emergencia. Los casos fueron seleccionados en
zonas de refugiados con alta incidencia de síntomas de estrés post traumático
por guerra.
La metodología
de investigación fue un diseño PreTest-PostTest. Para ello aplicamos una
evaluación inicial a través de diversos instrumentos (Entrevistas a la familia,
Historias Vitales, listas de chequeo de síntomas de EPT, pruebas gráficas).
Luego se realizó la intervención psicológica con una metodología basada en
sesiones de juego semi estructurado. Finalmente se realizó una evaluación
posterior a la intervención para ver qué cambios hubo.
Como
resultados finales encontraron que hay diferencias en el grado en que se
recuperan asociadas a diversas variables (edad, género, tiempo de migración y
grado de exposición a la violencia). Observamos cambios en los síntomas de EPT.
Así, mientras algunos remitieron otros persistieron, y paradójicamente
aparecieron nuevos síntomas que no se hallaban presentes al inicio de la
intervención, los cuales fueron entendidos como parte del proceso terapéutico.
Así mismo hubo cambios en el proceso grupal. Los niños atravesaron diferentes
etapas en la manera como se relacionaban. Estas fueron de la inhibición,
evitación y distancia; a la expresión afectiva, comunicación e integración.
También se
analizaron los resultados a la luz de las historias vitales para encontrar
explicaciones en la crianza, en los tipos de vínculos familiares y en la
historia personal que expliquen los cambios psicológicos al interior de la
intervención.
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