Psicología, UNMSM Facultad de Psicología Universidad Nacional Mayor de San Marcos |
LA ACTITUD DEL TERAPEUTA
La esencia de la psicoterapia es la
relación humana especialmente ideada para transmitir una experiencia, que
origine cambios constructivos en el auto-concepto y la conducta del paciente.
La relación entre el especialista y el paciente, una muy personal en un
contexto muy impersonal, forma la base del esfuerzo terapéutico.
El principio de cualquier modalidad
de psicoterapia dinámica es la habilidad del terapeuta para escuchar y las
metas son ayudar al paciente a conseguir una mayor independencia y
autoconfianza, así como promover una mayor satisfacción e intimidad en las
relaciones humanas.
El paciente tiene la esperanza de
una relación de amor y apoyo detrás de sus ansiedades y mecanismos de
autoprotección y esta esperanza lo mantiene a flote. Frente a esta búsqueda, la
actitud del terapeuta debería reflejar interés, respeto, deseo de no herir,
ausencia de crítica y enjuiciamiento moral, y un compromiso genuino de ayudar,
dentro de los límites establecidos por el rol terapéutico y como ser humano.
Más ayuda al especialista cuando se muestra receptivo, callado, armónico y
tratando de entender qué quiere comunicar el paciente simbólicamente o
disfrazándolo.
La postura del terapeuta debería ser
expectante, estar preparado no sólo para observar sino también para
experimentar y estar preparado para llegar a implicarse en el guión
interpersonal montado por el paciente. El reto básico es captar qué está el
paciente comunicando o actuando ya que no se debe olvidar que en la sesión los
comentarios van dirigidos al terapeuta como persona significativa. Ninguna de
sus comunicaciones se debe considerar trivial.
A veces, la comunicación inicial del
paciente, introduce al tema de la sesión. En otros casos puede demorar o
incluso no aparecer en la comunicación verbal porque el paciente se encuentra
muy a la defensiva. En estos casos, el profesional debe escrutar con agudeza
particular la naturaleza de la transacción en la que está participando.
El poder del terapeuta está
limitado, ya que en ocasiones los significados connotativos de las
comunicaciones del paciente son difíciles de identificar. El profesional cree
entender el conflicto pero no considera oportuno señalarlo por las resistencias
del paciente, o el terapeuta considera que no tiene el poder para ayudarlo.
Frente a estos dilemas, es importante tener en
cuenta las siguientes reglas:
- Resistir el furor por sanar.
- Resistir la tentación de hacer algo por
presión del paciente.
- Resistir los sentimientos de omnipotencia.
- Guardar silencio si no está seguro de las
razones para decir algo.
- Cerciorarse de que las evidencias son
razonablemente adecuadas y considerar hipótesis alternas.
- Evitar la jerga clínica.
- Por encima de todo, tener presente que la
psicoterapia es una relación humana y
por eso la razón fundamental para ayudar al paciente es su propia humanidad.
La esencia del cambio
psicoterapéutico no es la comprensión por parte del paciente de algunos
principios abstractos, sino el resultado de una experiencia humana en la que se
sienta comprendido y en la que se den significados nuevos a esta comprensión.
ACTITUDES RECOMENDADAS
PARA LA ESCUCHA TERAPÉUTICA.
Respeto del terapeuta
por el paciente.
La actitud del terapeuta debe ser la
de un adulto razonable, maduro y compañero de confianza que fomente una
relación simétrica entre iguales, dejando cualquier postura moralista. El
paciente no debe considerar que es tratado como un objeto, como un organismo a
tratar o como un portador de un desorden o enfermedad.
Esto conlleva el respeto del rol
profesional, lo que significa que el terapeuta no concede favores especiales ni
tampoco espera alguno. El paciente nunca deberá ser mimado o echado a perder
por ser tratado como alguien especial.
Debe existir un el terapeuta un
esfuerzo constante por entender los sentimientos, ansiedades, luchas y
preocupaciones del paciente. La empatía es la única herramienta humana y
técnica y la más importante de entre las que dispone en profesional.
En la escucha empática, se deja la
iniciativa al paciente tan a menudo como se pueda, para que haga sus propios
descubrimientos. El profesional se mantiene en silencio hasta tener la
convicción razonable de que se entiende lo que el paciente busca comunicar. Se
escuchan los temas que se presenten en la sesión y si no parece surgir alguno
se puede expresar eso al paciente para conseguir su colaboración.
También, el profesional debe estar
atento pero comunicando una actitud relajada. Debe ser conciso en sus
comunicaciones pero no monosilábico. Debe resistir la tentación de mostrarse
listo y evitar las sentencias dogmáticas.
Nunca se deben efectuar comentarios
que rebajen la autoestima del paciente y más bien se debe tener cuidado de
fortalecerla, no competir con el paciente en área alguna y ser completamente
honesto.